martes, 6 de julio de 2010

Soluciones a la crisis...

Los gurús económicos más ilustres, desde Krugman a Díaz Ferrán, se han puesto de acuerdo en que para ganar competitividad sólo cabe ajustar los costes empresariales, ya sea reduciendo las cuotas a la Seguridad Social o rebajando los salarios. Como por lo primero el gobierno no ha tragado, las empresas vienen dedicándose a lo segundo con un éxito más que notable. Un amplísimo número de sociedades está alcanzando acuerdos con sus trabajadores para que acepten una rebaja en sus nóminas a cambio de no ser despedidos. ¿Chantaje? No. Se trata de la vida, que es muy dura.

Obviamente, esa no es la única manera de aumentar la productividad. Para conseguir que el producto sea más barato se puede tratar de reducir los costes, en efecto, pero también es posible lograr lo mismo recortando los beneficios. Y eso es justamente lo que ningún ilustre economista destaca en sus sesudas reflexiones sobre los sacrificios que nos esperan.

Salvo excepciones, que las habrá, márgenes de un 15%, que en cualquier país civilizado se considerarían una ganancia razonable, aquí se toman como un insulto, ya que a ese ritmo uno tarda una eternidad en forrarse.

Al principio de los noventa, Alfonso Guerra planteó una ley de hierro de los beneficios y Felipe González tardó cinco minutos en desautorizarlo. Vivíamos, según Solchaga, en el país en el que más rápidamente se podía llegar a rico…

-Juan Carlos Escudier-

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